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La primera mujer afro en ser jueza de la Corte Suprema de EE. UU.


FOTO: AFP

Por: El País


El momento fue emblemático. Apenas 12 horas antes, el Senado de Estados Unidos la acaba de confirmar como la primera mujer afroamericana que prestará servicio en la Corte Suprema de Justicia, este selecto grupo compuesto por 9 magistrados en el que solo 5 personas del sexo opuesto han prestado servicio en toda la historia.


En la Casa Blanca y a su lado la acompañaron el presidente demócrata Joe Biden, quien la nominó, y Kamala Harris, la primera mujer (también de color) en ocupar la vicepresidencia de EE. UU.

“Tuvieron que pasar 223 años para lograrlo. Pero lo logramos. Lo hemos logrado todos”, fueron las primera palabras que pronunció la juez Ketanji Brown Jackson, aún con lágrimas escurriendo de sus ojos.

Biden, visiblemente afectado por el instante, llamó su ascenso al máximo tribunal “un día de progreso en el que el arco moral del universal se mueve un poco hacia un mundo más justo y más parecido a (la composición) de EE.UU.”. Y no era para menos. Aunque Brown Jackson no es la primera persona de color en llegar a la corte (primero lo hicieron Thurgood Marshall en 1967 y Clarence Thomas en 1991), se trata de un hito para un país marcado por años de esclavitud y segregación racial. Y más para una mujer en un mundo –el de las leyes- que siempre ha estado dominado por hombres de raza blanca.


Fue muy duro ver cómo fueron de injustos en los interrogatorios, enfocándose en temas arbitrarios y no en su calificaciones

Aunque la nueva jueza creció en una familia de clase media que le brindó ciertas oportunidades, sus padres y abuelos vivieron en un EE. UU. donde las personas de color no podían estudiar en los mismos colegios que los blancos, usaban baños distintos y viajaban en la parte trasera de los buses.

Jackson Brown, de 51 años, nació en Washington D. C. pero se crió en la Florida, donde siempre asistió a colegios del sistema público en el que sus padres eran profesores. Desde muy joven se inclinó por las leyes gracias a la influencia de su progenitores, que veían en ese un camino no solo para salir adelante sino para influir en el desigual mundo que a ellos les había tocado. “Mis padres me enseñaron que, al contrario de ellos, que tuvieron que enfrentar muchas barreras impenetrables, mi camino iba a estar despejado, si trabajaba y creía en mí misma”, recordó Jackson en un discurso.

Pero nunca fue fácil. Según la juez, los mismos asesores académicos de su colegio le decían que era una ilusa por aspirar a la Universidad de Harvard, la escuela de leyes más reconocida del país. Pero ella no solo logró ingresar sino que obtuvo dos títulos de la prestigiosa universidad con máximos honores. Algo que para la época era toda una novedad. De hecho, en 1996, cuando se graduó de la universidad, solo había otras 33 mujeres de origen afroamericano estudiando en una universidad con más de 20.000 estudiantes.

De allí en adelante su carrera fue meteórica. Primero trabajando en la propia Corte Suprema de Justicia bajo la tutela de Stephen Breyer, el juez supremo que reemplazará, y luego como juez de distrito y juez ante una corte de apelaciones (la del distrito de Colombia), que es considerada la segunda instancia judicial más poderosa del país.

A pesar de que su trayectoria era impecable y que los mismos republicanos respaldaron su nominación, su proceso de confirmación fue tortuoso y altamente politizado. “Fue muy duro ver cómo fueron de injustos en los interrogatorios, enfocándose en temas arbitrarios y no en su calificaciones. Pero ya que está allí, prestará servicio por décadas y dejará una huella indeleble que nos abre puertas a todas”, decía Abigail Hall, una estudiante de leyes en Harvard que está siguiendo los pasos de la magistrada. Pese a todo, Jackson Brown, de momento no cambiaría la línea ideológica de la corte donde los conservadores ocupan 6 asientos frente a los tres que retienen jueces con inclinación liberal.


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