En 2019 la guerra comercial entre las dos economías más grandes –Estados Unidos y China– profundizó la ola de relocalización de empresas, que habíamos visto en los últimos años.
Por la imposición de aranceles de Estados Unidos a China, un número significativo de empresas ubicadas en ese país para proveer desde allí varios mercados, empezaron a buscar alternativas para relocalizarse y evitar los sobrecostos del castigo comercial.
Sin perjuicio del efecto de la política America First en la manufactura americana, las compras de EE. UU. de origen chino cayeron 17% en 2019, lo que llevó a considerar otros socios comerciales.
De hecho, del total que ese país dejó de comprarle a China, al menos US$31 billones fueron reemplazados por proveeduría asiática, en especial de Vietnam, y $13 billones por México aprovechando su ubicación privilegiada para abastecer ese mercado.
Esta tendencia de reshoring, que parecía irreversible, se aceleró por la pandemia pero dio un giro inesperado. El cierre de las economías generó una ruptura, o al menos una interrupción, de las cadenas de suministro, y la amenaza planteó la necesidad de diversificar el riesgo pero con un elemento que podría cambiar abruptamente el tablero de proveedores de Estados Unidos.
Pasamos del reshoring al nearshoring reivindicando el valor de la cercanía a los centros de consumo. Así, la respuesta cuasi instintiva de relocalizarse en otros países del sudeste asiático con costos de producción competitivos dejó de ser la mejor opción y aunque México aparece como la respuesta obvia, las tensiones políticas entre ambos países y especialmente los compromisos bilaterales de la renegociación del Nafta, aumentando los estándares laborales y los costos, ofrece una oportunidad de oro para Colombia.
Aunque la Unctad advierte que los flujos de inversión extranjera global podrían disminuir hasta un 40% debido a la covid-19, Colombia tiene cómo apostarle a posicionarse como el destino más atractivo para empresas que buscan reinstalarse.
Nuestra ubicación geográfica, puertos competitivos en los dos océanos, estabilidad política, solidez institucional, finanzas públicas responsables, relación bilateral que nos da el carácter de socio estratégico con Estados Unidos.
Además, la experiencia en ese mercado por tratarse de nuestro principal socio comercial, la red de acuerdos comerciales, nuestro tejido empresarial robusto con ventajas en varios sectores productivos que favorecen los encadenamientos productivos, mano de obra calificada, altos estándares laborales y ambientales, son parte de la promesa de valor que tenemos para ofrecerle a los inversionistas.
Sin duda, el TLC con Estados Unidos, con cláusulas de origen en algunos casos más favorables que las existentes con otros socios comerciales, así como el reconocimiento de instrumentos como las zonas francas, sin que ello implique un desmedro de las preferencias de acceso, son algunas de nuestras cartas ganadoras.
La próxima semana presentaremos un paquete de instrumentos como parte de la estrategia de reactivación económica, que además de posicionar a Colombia como el mejor destino para relocalizarse, le apostará a aumentar inversión nacional y extranjera, a atraer empresas en sectores estratégicos, a fomentar demanda y actividad productiva y a generar empleos de calidad. De nosotros depende aprovechar esta oportunidad.
Laura Valdivieso Jiménez
Viceministra de Comercio Exterior
Tomado de: https://www.portafolio.co/
Disponible en: https://www.portafolio.co/opinion/otros-columnistas-1/la-oportunidad-de-colombia-gracias-al-nearshoring-laura-valdivieso-jimenez-543654
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