Powell mantiene los tipos, pese a las presiones de Trump y al histórico voto en contra de dos gobernadores de la Reserva Federal
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El presidente del banco central estadounidense reafirma la independencia del organismo que dirige y no cede a la campaña de desprestigio del inquilino de la Casa Blanca

No hubo sorpresa en el fondo del asunto este miércoles en el edificio Eccles, sede de la Reserva Federal (Fed) en Washington, cuyas obras de remodelación se han convertido en las últimas semanas en un asunto de interés internacional por la fijación de Donald Trump con su sobrecoste. El banco central estadounidense y su presidente, Jerome Powell, cumplieron con la previsión y no tocaron los tipos de interés, que quedan —pese a la insistencia y a las presiones del presidente de Estados Unidos— como estaban: en el 4,25%-4,50%.
La noticia saltó por otro lado, con el histórico voto en contra de dos de los gobernadores con capacidad para decidir sobre el precio del dinero. Tanto Chris Waller —tal vez para congraciarse con Trump, que anda buscando sustituto para el puesto para cuando Powell lo deje en mayo de 2026— como Michelle Bowman marcaron época al convertir la reunión de esta semana en la primera en 32 años en la que el presidente de la Fed cosechó dos noes.
“Ambos”, se puede leer en el comunicado posterior a la reunión de junio del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC son sus siglas en inglés), “prefirieron bajar un cuarto de punto los tipos de interés”. Esa frase es el único cambio en la decisión de la Fed con respecto al texto publicado en mayo. “La mayoría del Comité opinaba que la inflación está un poco por encima del objetivo [del 2%]”, dijo Powell en la conferencia de prensa posterior a la reunión. “Eso requiere, en mi opinión, una postura moderadamente restrictiva en este momento. Hubo dos disidentes, y valoramos que expresen su opinión. Fue una discusión interesante”, apuntó.
Pese a la sonada oposición interna, con la decisión de mantener los tipos, la quinta consecutiva, Powell no solo reafirmó la independencia de la Fed del poder político. También se apuntó de nuevo a su mantra favorito: pese a la resiliencia de la economía estadounidense (este miércoles se supo que el PIB creció un 0,7% en el segundo trimestre), pese a la incertidumbre que añaden las políticas arancelarias de Trump, conviene, una vez más, “esperar y ver” qué efectos acaban teniendo estas en la inflación.
Después de todo, la misión del banco central es lograr la estabilidad en los precios y el máximo empleo. Lo segundo goza de buena salud: en junio se superaron las expectativas con la creación de 147.000 puestos de trabajo, que dejaron la tasa de paro en el 4,1%. En cuanto a lo primero, las cosas no van tan bien: la inflación subió el mes pasado tres décimas en términos interanuales, hasta el 2,7%, empujada, sobre todo, por los bienes sensibles a los gravámenes, como muebles y juguetes.
“La inflación está empezando a dejarse sentir en los precios de los consumidores”, advirtió Powell, antes de admitir que ese trasvase se está produciendo a un ritmo “más lento de los que esperábamos al principio”.
Tomado de EL PAIS
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